(por Manuel Vargas)
Te fuiste sin tu ausencia.
Ella se ha quedado junto a mí
en todas tus miradas,
en todas tus sonrisas.
Sus ciegos labios murmuran despacio
borrosos anhelos, disueltos en el recuerdo.
Me mece en un abrazo de desnuda suavidad,
y su beso perfumado roza apenas mis cabellos,
hablándome de una perla de dos corazones.
Cierro los ojos y tiemblo en la oscuridad.
Olvidado, floto a la deriva en el vacío
como un astronauta muerto en el espacio.
Duermo solitario allá lejos,
donde la negra inmensidad del océano.
Te fuiste y me dejaste tu ausencia.
Ella se ha quedado conmigo,
en el páramo devastado de mi pecho.